Dentro del mundo contractual existen diversos tipos de contratos, entre los que se destacan los denominados “contratos de obra”.

Estos, de conformidad con el Código Civil para el Estado de Nuevo León, derivan de la prestación de un servicio y tienen como finalidad la ejecución de una obra por parte de una persona física o moral denominada “contratista” en favor de una persona física o moral denominada “empresario”. 

Cuando un contrato de obra se encuentra elaborado con base a lo anterior, estamos hablando de un contrato de obra privada, ya que se celebra entre particulares. Por otro lado, además de los contratos de obra celebrados entre particulares, en la práctica es frecuente que también se celebren contratos de obra entre contratistas particulares con alguna entidad del gobierno. A estos contratos se les conoce como de obra pública y en Nuevo León se rigen con base a la Ley de Obras Públicas para el Estado y Municipios de Nuevo León.

Es importante considerar que los contratos de obra pública son financiados por la administración pública y normalmente pagados con los impuestos que aportamos los ciudadanos, los cuales se adjudican en favor de contratistas por medio de procedimientos como: i) licitación pública, ii) invitación restringida, iii) invitación a 5 contratistas, y iv) adjudicación directa. 

En cuanto a los contratos de obra privada, éstos son financiados por el empresario y pueden ser: i) a precio alzado y ii) a precio unitario; y pueden destinarse a cualquier tipo de obra, a diferencia de los contratos de obra pública que llevan por objeto la construcción, reconstrucción conservación o demolición de bienes inmuebles destinados a un servicio público o al uso común, así como todo lo estipulado dentro del artículo tercero de la Ley de Obras Públicas para el Estado y Municipios de Nuevo León.

Dado lo anterior, la diferencia entre un contrato y otro radica en las partes que intervienen en los mismos, sus efectos y las legislaciones que los regulan.