Para el internet, un espacio sin límites territoriales, es complicada la tarea del establecimiento de una regulación. Por tal motivo, se ha generado la idea de la autorregulación; entendido como “el establecimiento progresivo y consensuado de pautas de funcionamiento que se originan y aceptan por los propios usuarios y desarrolladores” ; su fin es la moderación de contenidos y promover las buenas prácticas.
El sistema de autorregulación de plataformas digitales se basa principalmente en códigos y políticas de buenas prácticas y conductas. Se incluyen criterios de curación y otras normas comunitarias que deben cumplir con los estándares internacionales de derechos humanos. Estos criterios deben ser claros, transparentes, comprensibles y abiertamente comunicados a todos los usuarios.
Hay quienes señalan que los resultados de la autorregulación no han sido del todo satisfactorios; consideran que el derecho no se puede mantener al margen.
Los precedentes han reforzado la importancia de la labor de creación del correcto marco jurídico para la realización de actividades informativas y el debate versa sobre la regulación para limitar el discurso de odio, la desinformación y el mal comportamiento en línea, sin violentar la libertad de expresión.
Se considera que las plataformas digitales requieren, dadas sus especiales características, de mecanismos que coadyuven tanto a la regulación estatal y a la autorregulación para instruir organismos independientes de supervisión y control para imponer multas y otras sanciones.
Queda claro que ante un mundo de constantes avances tecnológicos y en un contexto creciente de circulación de contenidos en la red, hay cuestiones que aún no se han resuelto, ¿cuál es tu postura respecto al tema?






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